TODO UN CUENTO DE HADAS

Erase una vez, en un reino muy lejano, una hermosísima princesa que vivía enamorada de un apuesto príncipe el que parecía no corresponderla. Esta princesa vivía triste en su castillo esperando a que el apuesto príncipe se enamorara de ella. Lo único que alegraba el día de la princesa era ver al apuesto príncipe aparecer a través del bosque tras haber cabalgado el largo camino que separaba sus reinos.
Eran buenos amigos pera la chispa no parecía aparecer. Hasta que un día el apuesto príncipe reunió las fuerzas suficientes para declararse a la princesa.
Empezaron una bonita y romántica historia de amor que pese a su juventud estaba muy consolidada.
Un día el príncipe tuvo que separarse de la princesa y partir a luchar a la guerra en nombre de su país. Dicha guerra iba a durar nueve meses. Durante ese tiempo los príncipes se verían poco pero se amarían en la distancia e intentarían pasar el mayor tiempo posible juntos en los diferentes permisos que tendría el príncipe.
En uno de los permisos que el príncipe tuvo y que por supuesto aprovechó para ir a ver a su princesa, este se llevó una gran sorpresa. Su princesa estaba embarazada. Iban a tener un hijo fruto de su amor.
Esperaron a que el príncipe volviese una vez finalizada la guerra para adquirir un pequeño palacio donde perpetuar su amor junto a su pequeña hija.
Como podéis imaginar, fueron muy felices, tanto que pasado el tiempo, decidieron cambiar su pequeño palacio por un gran castillo. Y allí empezó su pesadilla.
El castillo no era lo que ellos pensaban, al menos, no lo que debería ser. El castillo era nuevo pero sus condiciones eran peores que si de un castillo antiguo se tratara.
Y en ese punto está ahora la historia. ¿Cuál debería ser el final? ¿Fueron felices y comieron perdices? Pues eso depende un poco de todos nosotros, los que estamos leyendo la historia. Nosotros podemos hacer que los príncipes arreglen su castillo, que este sea su hogar.
Es el momento de que todos nosotros escribamos su final.